lunes, 14 de abril de 2008

"El arte de amargarse la vida"







“El arte de amargarse la vida”


Van a cerrar los rincones,
las simulaciones en los funerales,
en las amplias cavernas se aplicarán las sombras
como vacunas contra la vida no rescatable
y de las alacenas se tomará el hábito
de perder las horas con sello
de sangre y sueño guardado
en la soledad del alma.

Y en el alba se admirará las dolientes
transparencias de cuchillos en desorden,
en el pensamiento de fiebre
por anemia de compañía
que dulcemente se encaja
por el guerrero herido en el sueño
fruto ajeno detenido por la violencia
encerrada en las piedras
con lengua desmesurada.

Van a implorar la despojada orilla
prueba de los poderes de la paciencia,
la mano lista de los milagros
con su bastón de los designios
y la luz como aviso de fantasía
donde las estrellas son laberintos
quebrantados por los ecos
de banderas ocultas.

Y en la noche se correrá entre los rostros
y apariencias donde las palabras
se agotarán en el delirio de la nada,
y un rumor descalzo pisará
la hiel con voz de tiempo muerto.



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Ricardo Serna G


Al silencio





AL SILENCIO


Al señor de los regalos me inclino,
al sordo y ciego silencio
por la vigilia del abandono.
Al señor que por los caminos
las arenas y las redes
son naufragio de esperas
que recorren el viaje de los años.

Tu nombre que se pierde
en la ausencia de las ruedas
de los rostros de cristal
con llantos de sueños.

Al señor que mece palmeras en las sombras
con presentes en territorio
de anzuelos y mares
con voz de distancia desolada.
Al señor con dorada cabellera
que reposa en ruinas consumidas
que son ojos sin ojos
abismo con rosario
que nace y muere sin alma.

Tu nombre en fachadas
en techos demorados
que despide olvido y tiempo
con llantos de sueños.

Al señor con mi presencia.



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Ricardo Serna G

Diamantina





Diamantina toma su pluma
[y escribe:


y en las aguas profundas
me llamará la música sin pausa,
las piedras que se extenderán
como versos de mi poema
vestidos con el traje de la muerte,
las ondas truncadas por el azar
del libreto letal del tiempo
y la esperanza en puente de sueños
con la alcancía de mis ocho años rota.
Me llamará la frágil quietud
descubierta en rojizo principio
como catedral de luces de caracolas
con piel de viaje de llanto,
de roca viva,
de cristales cortantes,
de manos grandes
con mis muñecas preferidas dormidas.
Las piedras tocarán en su amanecer
la sal de mis ojos cerrados,
el mudo pelo en guerra que entierra
las armas del último aliento,
que se lleva el espíritu de los años.
….Y en las aguas profundas
me llamará el silencio.


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