domingo, 20 de enero de 2008

Sacude






Sacude,
el viento triste
de la selva rugiendo,
lo que palpita
entre ave y ave,
todo,
los días y las estrellas,
lo que has ganado de dolor
en las monedas de plata y las hogueras,
lo que pesa,
las bolsas profundas
arrastradas por las huellas
de las heridas,
con las tintas
en las páginas
-impacientes-
a punto de liberar sus frutos.

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Ricardo Serna G


Es lunes, después de despertar




Es lunes, después de despertar


El lunes después de despertar,
cuando las sutiles luces lavan las estatuas de hielo
y el desayuno sigue su propio camino,
los sentidos, a menudo, calientan los pétalos del pensamiento,
entre trago y trago de café y el rico pastel sobrante del domingo.

Esta flor en paisaje de playa de azul palmera,
brota con su frescura en cuerpo de aire derretido,
con un poco de humo de la cafetera
y la paz que desciende
por los pasillos inundados de ese canto de ausencia.

Sigue caliente, con un sabor de fiesta,
con el toque que sólo el paladar comprende,
con avisos de olor que engancha la silla y la imagen;
y abre el espacio entre los dientes
con palabras suaves de roja piel
y cielo cayendo de la memoria sin esfuerzo.

Es lunes- despegado de si mismo-,
y busca la palma de la mano
que aprisiona el sudor tembloroso del silencio,
los dedos mudos que atrapan los rostros ahogados
por las gotas desnudas del tiempo,
el vuelo de la distancia
y la luna grande que duerme por la mañana.

Esta flor que no ha llegado todavía,
que ni siquiera puede respirar
los caminos llenos de miel,
que se detiene sin mirar para adentro
-con la risa de la muerte inevitable-
que se guarda en un jarrón roto de porcelana.

Sigue caliente, con paciencia,
con el sabor de la luz que se pierde en la lejanía;
es lunes, igual que cualquier otro día.

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Ricardo Serna G