lunes, 10 de diciembre de 2007

Dejé







Dejé


He dejado de nombrar las cosas como son. Dejé,
a mis años, que el viento y los sueños
le pusieran el nombre,
y las lenguas de las hojas arrastraran las señales
de su pasado. Nombré
con mi traje de nadas, el rostro del deseo
en guantes de adiós
saludando a los cometas,
cruzando las joyas que son pañuelo
cubiertas de lluvia de estrellas;
y el pelo vestido de otoño
disfrazaba el fósforo de ángeles
que profetizaban el no regreso. Dejé
que las mariposas en olores de agonía
con visiones de corazón vivo
saludaran a las flores
con juego de respuestas
en el jardín de la poesía. Nombré,
con guiño de cordero, la brisa del silencio
en dones de soledad
encendiendo el fondo de las lágrimas,
meciendo el espumoso sabor de los recuerdos
bañados de sombras en luces;
y las manos cubiertas de invierno
destellaban el abandono del pozo calcinado
con palabras devorando los vacíos. Dejé,
con rostro sin señales, que la boca de niño
rezara con certeza
al hombre exaltando a la vida sin pausa
y a los dominios de la torpeza sin memoria. Nombré,
con maniquís de aparador, el desnudo de la voz
sin destino
alucinando los símbolos de la ruta,
correteando los secretos de los delirios
lavados de orillas y reencuentros;
y los ojos cubiertos de cielos
labraban la música del final del concierto
con agua y sed inalcanzable
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Ricardo Serna G

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