jueves, 27 de septiembre de 2007

Después que pisamos la piedra



Después que pisamos la piedra

Después que pisamos la piedra
el polvo se levantó,
el sol ha venido a calmar los demonios
y a revelar los secretos;
la voz-después- se hizo nueva
entre el puerto de la vigilia
y la leve parcela de los misterios,
en el tiempo con escarabajos saliendo del lodo
y comiendo las cifras exactas de tu odio.

Ha sido en vano, desheredarme de la nada,
edificar en mi sangre el nombre de tu iglesia,
recitar la orden que acomoda en la silla
el estruendo de la metralla;
despedazarme en mil hombres en noches de lluvia,
en esferas desveladas,
en ardientes sábanas
girando en el teatro de la vida,
descubriendo que los remolinos
sólo gimen la miseria del pensamiento.

Después, con los ciegos desórdenes,
tejeré el día,
el blanco episodio a la orilla del suspiro,
el agua interior que liberará los hilos callados,
dejando la muerte extraviada en la ceniza;
borraré el pecho detenido
agitando el pozo cruel de los recuerdos,
y, vestiré los deseos imposibles
de zonas de duelo
con una luz cubierta
de rostros de tierra.


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Ricardo Serna G

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